










Un Reflejo de la Fuerza y el Talento del Equipo Tapatío
En una velada marcada por el fervor futbolístico, el Estadio Jalisco fue el escenario de una actuación memorable por parte de los Rojinegros del Atlas, quienes superaron con un contundente 2-0 al Pachuca, alargando así su racha invicta en casa a siete partidos en el Apertura 2024. La afición, colmada de entusiasmo, fue testigo de un encuentro en el que la juventud y el coraje de los jugadores brillaron en cada jugada.
La fiesta comenzó temprano, apenas en el minuto 13, cuando el debutante Víctor Hugo Ríos se convirtió en el héroe de la noche al marcar el primer gol del partido, desatando un torrente de alegría en las gradas. En un abrir y cerrar de ojos, solo tres minutos después, el canterano Jeremy Márquez amplió la ventaja con un segundo tanto que hizo eco de la autoridad atlante en el campo.
Desde ese momento, Atlas tomó el control del partido, mostrando un estilo de juego sólido y dinámico que dejó a Pachuca luchando por encontrar su ritmo. La oportunidad de marcar se convirtió en solo una cuestión de tiempo para los locales, que fortalecieron su posición en la tabla y escalaron a la cuarta posición con 14 puntos, mientras que el Pachuca se hunde en la 15ª posición con tan solo 5 puntos, sin poder lograr una victoria lejos de casa.
Este partido no solo se traduce en una victoria en el marcador, sino que también representa un impulso para una nueva generación de talentos en el Atlas, que infunden esperanzas a la afición de que el futuro del equipo puede ser brillante. Cada pase, cada jugada, resonaba con la promesa de lo que está por venir, dejando claro que el Estadio Jalisco es más que un campo de juego; es un templo donde la pasión y el futuro del fútbol se entrelazan.
Con un ambiente cargado de emoción, la afición dejó el Jalisco con una sensación de optimismo. Este equipo se presenta no solo como un competidor en la liga, sino como un verdadero contendiente que está listo para escribir su propia historia en el Apertura 2024. La noche fue un recordatorio de que la fortaleza del Atlas no solo radica en números, sino en el corazón que sus jóvenes talentos aportan en cada encuentro.