Vie. Abr 18th, 2025

 Estrategias de Diseño Sostenible y Comunitario para Mitigar el Impacto de la Violencia

En un entorno donde la violencia golpea con fuerza a sectores vulnerables, el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara ha presentado dos innovadoras propuestas arquitectónicas que buscan ser parte de la solución.

Bajo la dirección del docente Juan Carlos Camacho Guzmán, los estudiantes han desarrollado iniciativas que no solo cumplen con requisitos académicos, sino que proponen principios de intervención social. “El objetivo es guiar a las autoridades y a la sociedad en la busca de soluciones efectivas ante problemáticas urgentes”, comentó Camacho Guzmán.

Entre las propuestas más destacadas se encuentra el albergue B’AAK, ideado por la egresada Yelile Reyna Ortiz Pescador. Con un área de 1,500 metros cuadrados, este espacio en Durango ofrecerá refugio a un mínimo de 32 mujeres y sus hijos víctimas de violencia doméstica. Con una capacidad para 310 personas, el diseño de B’AAK responde a la escalofriante realidad de un 80% de aumento en feminicidios en Durango en el último año, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares.

Reyna Ortiz explica que su proyecto fue inspirado por la necesidad de proporcionar un entorno seguro para las mujeres en riesgo. «Queremos que este albergue represente algo más que un refugio; debe ser un espacio donde ellas puedan reconstruir su vida lejos de sus agresores», afirmó.

La otra propuesta, el centro comunitario «Piali» —que significa «estar presente» en náhuatl—, fue presentada por el también egresado Víctor Elías Rizo Corona. Este centro, proyectado para ocupar 15,000 metros cuadrados cercano al Centro Universitario Guadalajara, estará destinado a ofrecer apoyo a las familias de personas desaparecidas en un país que sufre la ausencia de más de 15,000 individuos aún sin localizar.

Rizo Corona subrayó que «Piali» tiene como propósito principal visibilizar el dolor de las familias afectadas por desapariciones forzadas, al incluir un memorial y espacios diseñados para promover el intercambio comunitario y la educación cultural. “Detrás de cada estadística hay un ser humano, una familia que vive un dolor constante», dijo.

Camacho Guzmán concluyó reiterando la importancia de estos proyectos, no solo como espacios seguros, sino como plataformas para la participación ciudadana y la cohesión social. «La arquitectura de conciencia social tiene la capacidad de regenerar comunidades, transformando lugares olvidados en refugios de seguridad y de esperanza.»

En un país donde la violencia y la descomposición social son una cotidiana realidad, estas propuestas emergen como faros de esperanza, integrando el arte y la ciencia en un compromiso claro por la transformación social.

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