En una noche marcada por la tensión en el aire, las defensas antiaéreas rusas lograron interceptar y derribar un total de 13 drones de ala fija que, según informes, pertenecen a fuerzas ucranianas. Este dato fue confirmado por el Ministerio de Defensa de Rusia a través de su canal oficial de Telegram, donde se detalló que la mayoría de los dispositivos fueron destruidos en las regiones fronterizas de Briansk, Kursk y Bélgorod.
De los drones abatidos, diez fueron neutralizados en estas áreas cercanas a la frontera ucraniana, con cinco en Briansk, tres en Kursk y dos en Bélgorod. Los otros tres drones fueron derribados en regiones más alejadas, dos en Tula y uno en Astracán, a considerable distancia del conflicto.
Como medida de precaución, la agencia federal rusa de aviación civil, Rosaviatsia, ha decidido restringir operaciones en varios aeropuertos del suroeste del país, buscando garantizar la seguridad de la navegación aérea en medio de este clima de incertidumbre.
En otro frente, la tragedia ha tocado al avión de pasajeros de las Aerolíneas de Azerbaiyán (AZAL) que se estrelló el pasado miércoles en Kazajistán. Fuentes del Gobierno azerbaiyano han afirmado que el Embraer 190, que se dirigía de Bakú a Grozni, fue alcanzado por la metralla de un misil antiaéreo ruso. Este suceso, que costó la vida a 38 personas, se produjo en un contexto de ataques aéreos en Chechenia, lo que generó una serie de complicaciones para los pilotos, quienes solicitaron un aterrizaje de emergencia que les fue denegado. Finalmente, la aeronave fue desviada hacia la ciudad kazaja de Aktau, donde se estrelló, dejando un saldo de 29 sobrevivientes.
Estos eventos resaltan la creciente complejidad del conflicto en la región, donde los cielos se convierten en un campo de batalla y los incidentes aéreos ponen en evidencia las tensiones latentes entre Rusia y Ucrania. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de estos acontecimientos, que continúan afectando a la seguridad y estabilidad en el área.
