Mar. Jul 8th, 2025

En una noche que se adhirió al alma de la ciudad, el legendario cantautor dominicano Juan Luis Guerra hizo vibrar el recinto tapatío este viernes. Con una calidez inigualable, el público lo recibió con aplausos que resonó en cada rincón del Auditorio Telmex, marcando el inicio de un espectáculo que quedará grabado en la memoria de todos los asistentes.

El concierto dio inicio con «Rosalía», sumergiendo a los presentes en un ambiente cubierto de magia tropical, donde el escenario, adornado con palmeras, evocaba las raíces de la bachata, ese género que ha consagrado a Guerra como un verdadero ícono de la música latina.

Acompañado por su célebre banda 440, el artista desplegó una variedad de sus éxitos inmortales, incluyendo «La travesía», «La llave de mi corazón» y «Vale la pena», todos bajo el marco de su gira «Entre mar y palmeras».

Con cada acorde y melodía, la energía en el recinto se disparó; miles de espectadores permanecieron de pie, dejando que la música los transportara a un mundo de ritmos y emociones. Fue «El Niágara en bicicleta» la canción que provocó un verdadero estallido de júbilo y baile, envolviendo a todos en un contagioso fervor.

A medida que avanzaba la noche, el setlist continuó con clásicos como «Para ti», «Estrellitas y duendes» y «Bachata en Fukuoka», que crearon una atmósfera de complicidad y alegría.

Los aplausos resonaron con fuerza tras cada tema emblemático, desde «Visa para un sueño» hasta «Mambo 23», pasando por «El costo de la vida» y el icónico «Ojalá que llueva café». La audiencia, completamente entregada, clamó por más, y ante los fervientes gritos de «otra, otra», Guerra hizo su regreso triunfal al escenario, brindando un cierre espectacular con «A pedir tu mano», «Bachata rosa» y «La Bilirrubina». Estas canciones, que lo llevaron a la cima del estrellato, siguen siendo un poderoso eco en los corazones de sus seguidores.

Más allá de la música, Juan Luis Guerra ofreció una celebración vibrante de la vida y la cultura latina, un recordatorio de que su legado sigue siendo un fuerte vínculo que une generaciones a través del ritmo y el amor.

En Guadalajara no solo fue una actuación más, sino un testimonio del impacto perdurable de un artista que continúa sembrando alegría con cada nota que entona.

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