Fotografia: X Leones Negros.
El Estadio Jalisco se convirtió en el epicentro de la emoción futbolística el pasado fin de semana, al albergar la final de la Copa Pacífico 2024 entre las Chivas del Guadalajara y los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara. Aunque el aforo apenas alcanzó la mitad de su capacidad, los espectadores que asistieron vivieron un partido lleno de intensidad y sorpresas, culminando con la consagración de los Leones como campeones, tras un emocionante 2-1.
El encuentro comenzó con una atmósfera tensa, donde ambos equipos se mostraban cautelosos, midiendo fuerzas y buscando el momento ideal para atacar. Sin embargo, el partido dio un giro drástico en el minuto 30, cuando Leonardo Sepúlveda, defensa de Chivas, fue expulsado por una falta cerca del área. Este suceso obligó a la escuadra rojiblanca a replantear su estrategia, enfrentándose a la difícil tarea de jugar con diez hombres.
Con la ventaja numérica, los Leones Negros comenzaron a tomar el control del juego. Fue en la segunda mitad, en el minuto 61, cuando Flores Plata se convirtió en el héroe momentáneo para su equipo. Tras un rebote en el área, el delantero no dudó en empalmar el balón, desatando la euforia entre los seguidores de los Leones y colocando el marcador 1-0 a su favor.
A pesar de la adversidad, el Rebaño Sagrado no se rindió. En un esfuerzo por igualar las acciones, Chivas logró el empate en el minuto 71 mediante un penalti ejecutado con precisión por Ricardo Marín. La anotación reavivó las esperanzas de los aficionados, que soñaban con alcanzar la tanda de penales, especialmente en un encuentro sin la presencia de su estrella, ‘Chicharito’ Hernández.
Sin embargo, el fútbol es un juego de momentos, y en el tiempo de descuento, la fortuna se tornó en contra de los rojiblancos. En el minuto 90+2’, un error del portero Óscar Whalley, quien había sido fundamental para mantener a su equipo en la pelea, permitió que los Leones Negros capitalizaran la oportunidad y anotaran el gol del triunfo. Este tanto no solo les otorgó el título, sino que también marcó un hito significativo al coincidir con el 50 aniversario del club.
El silbatazo final resonó en el Jalisco, dejando a los fieles seguidores de Chivas con un sabor agridulce. La mezcla de decepción y esperanza fue palpable en el aire.
En el deporte rey, un instante puede cambiar el rumbo del partido, y en esta ocasión, un simple desliz fue suficiente para desdibujar el sueño del campeonato. Mientras los Leones celebran su victoria histórica, las Chivas ya enfocan su mirada hacia el futuro, con la lección bien aprendida: en el fútbol, cada momento cuenta y la imprevisibilidad es parte de la esencia del juego.
