Mié. Abr 16th, 2025

Fotografias: archivo/Aldo Sanchez.

El Estadio Akron se preparó para vivir otra edición del clásico más emblemático del fútbol mexicano, donde la rivalidad entre Chivas y Atlas se convierte en una auténtica batalla por la supremacía de la ciudad. Este sábado, el encuentro, cargado de emoción y expectativas, vio a la afición rojiblanca reunir fuerzas con un espectacular telón que cubrió una de las cabeceras, mientras los aficionados se alegraban de animar a su equipo en un nuevo episodio de la guerra civil futbolística.

El choque inició con un susto para los locales a los seis minutos, cuando un error de Orozco Chiquete dejó a Eduardo Aguirre en una situación clara de gol, pero su disparo se fue desviado. La respuesta de Chivas no tardó en llegar, y apenas siete minutos después, Carlos Cisneros probó a Camilo Vargas, quien se mantuvo firme bajo los tres palos.

A medida que el primer tiempo avanzaba, los rojiblancos comenzaron a acercarse con más peligro, siendo el momento más destacado un remate de cabeza de Erick Gutiérrez que se estrelló en el poste. Sin embargo, la primera polémica del partido estalló al minuto 40, cuando Rivaldo Lozano derribó a Tiba Sepúlveda en el área sin que el árbitro sancionara la falta. En la jugada posterior, Atlas abrió el marcador con un gol de Jhon Murillo, desatando las protestas de los jugadores del Guadalajara que exigían la revisión en el VAR.

La segunda mitad traía consigo nuevas esperanzas para el Rebaño, pero la realidad fue distinta. Un descuido en defensa permitió que Atlas aumentara su ventaja rápidamente. Jeremy Márquez y, poco después, Rivaldo Lozano pusieron el 3-0 en el marcador, dejando a los aficionados rojiblancos en un mar de incertidumbre.

Chivas no se dio por vencido y comenzó a presionar con fuerza. Ricardo Marín logró acortar distancias al minuto 63, aprovechando un error del arquero rival, y llenando de optimismo a una afición que no cesaba en su apoyo. El juego se tornó más visceral cuando el Rebaño se encontró con un hombre más en el campo. Con un ambiente electrizante, Roberto Alvarado puso el 2-3 en el 71’, lo que revivió la fe en un posible empate.

Sin embargo, la esperanza duró poco. A pesar del esfuerzo y la entrega del equipo, el tiempo se agotó y la victoria se enfiló hacia el lado rojinegro, provocando que los gritos de la afición faltante resonaran en el aire, marcando también el final de la era de su entrenador. Una derrota dolorosa en el clásico que deja sabor a revancha en el horizonte, mientras la ciudad sigue partida entre el rojo y el blanco. La batalla por el orgullo tapatío continuará en futuras ediciones, pero por ahora, el Atlas se llevó los aplausos y el prestigio de la victoria.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!