Fotografia: Redaccion RI.
En medio de un clima de creciente tensión en el sur del Líbano, tanto Israel como el grupo chií Hezbolá han reforzado sus posturas ante lo que parece ser una inminente confrontación terrestre, desafiando los llamados internacionales a la desescalada del conflicto.
La situación en la región se ha agravado tras el asesinato de Hasán Nasrala, líder de Hezbolá, por un ataque aéreo israelí en Beirut hace una semana, lo que ha dejado a la organización armada en una encrucijada. Sin un sucesor designado, el número dos de Hezbolá, Naim Qassem, aprovechó la ocasión para expresar la disposición del grupo a entrar en combate. «La Resistencia está preparada para una confrontación terrestre con el enemigo», afirmó Qassem en un discurso donde demostró confianza en la capacidad del grupo para salir victorioso, a pesar de las pesadas bajas sufridas en los últimos enfrentamientos.
Mientras tanto, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha dejado entrever un cambio inminente en la estrategia militar, sugiriendo que una incursión terrestre podría estar a la vuelta de la esquina. «La siguiente fase de la guerra contra Hezbolá comenzará pronto», advirtió Gallant, quien enfatizó la importancia de restaurar la seguridad en la región y permitir el regreso seguro de los más de 60,000 israelíes desplazados por el conflicto.
En el terreno, la ansiedad se palpa en ambos lados de la frontera. Con más de mil muertos y un millón de desplazados en las últimas semanas por los bombardeos israelíes, los libaneses siguen conteniendo el aliento mientras la posibilidad de un conflicto a gran escala se cierne sobre ellos. Israel ha intensificado su campaña de bombardeos, incluso atacando por primera vez en un año un edificio residencial en el barrio de Cola en Beirut, resultando en la muerte de al menos cuatro personas.
La comunidad internacional observa con preocupación el creciente caos. Organizaciones y gobiernos, incluyendo el de Francia, han realizado llamados urgentes para detener la escalada de violencia. «Es crucial que tanto Israel como Hezbolá se abstengan de acciones que puedan desestabilizar aún más la región», declaró el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot. La propuesta de una tregua de 21 días, planteada por Francia y Estados Unidos, ha caído en oídos sordos en un entorno donde las hostilidades apenas parecen estar comenzando.
A medida que las tensiones continúan en aumento y las nubes de guerra se acumulan, la esperanza de un alivio inmediato se desvanecen. La región permanece al borde de un conflicto que podría tener repercusiones mucho más allá de sus propias fronteras.
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