Explorar el centro histórico de Manzanillo es adentrarse en el alma del puerto más importante de México. Desde la primera luz del día en el Mercado 5 de Mayo, con sus sabores locales como el pozole seco o los tacos de cochinita estilo manzanillense, hasta la caminata al Cerro de la Cruz con su vista panorámica de mar, laguna y ciudad, cada paso revela una experiencia única y auténtica.
El corazón del puerto también late en sus rincones menos conocidos: playas como El Tapo y Ventanas ofrecen belleza sin multitudes, mientras que el Iguanario Archundia sorprende con decenas de iguanas en su hábitat natural. Bajo las palapas, el pescado fresco se convierte en el protagonista de una comida sencilla pero inolvidable, y cuando cae la tarde, el Bar Social y el malecón se llenan de historias, colores y aromas que reflejan la vida pausada de este rincón del Pacífico.
Manzanillo invita a caminar sin prisa, a sentir la brisa entre fachadas históricas y a cerrar el día con las tradicionales tortas de pierna en adobo, orgullo del puerto. “Aquí, cada rincón cuenta algo y cada bocado sabe a identidad”, podría resumirse la experiencia. Este verano, el centro histórico es la mejor puerta de entrada para descubrir la esencia de Manzanillo.