El Cirque du Soleil volvió a conquistar al público tapatío con la inauguración de “OVO”, una de sus producciones más queridas, que celebró dos décadas de historia de la compañía en Guadalajara. La puesta en escena, presentada en la Arena VFG, sumergió a los asistentes en un universo donde los insectos cobran vida y la danza, la acrobacia y la imaginación se entrelazan en un asombroso homenaje a la naturaleza.
Bajo la dirección de la coreógrafa brasileña Deborah Colker, “OVO” relata el caos que desata la aparición de un huevo en una comunidad de insectos. Sin palabras y con una narrativa puramente visual, los artistas transforman el escenario en un jardín repleto de color y movimiento, donde cada acto desafía la gravedad. Durante casi dos horas, 53 artistas de diferentes nacionalidades desplegaron su destreza con saltos, giros y equilibrios que arrancaron ovaciones del público.
Flores gigantes, hojas colgantes y luces vibrantes enmarcaron las coreografías que mezclan danza aérea, contorsionismo y humor escénico. Uno de los momentos más emotivos fue la aparición de una acróbata que emergió de un capullo de telas, simulando el nacimiento de una polilla nocturna bajo una atmósfera de luz azul. La música en vivo, con toques de samba y percusión latina, acompañó cada número, realzando la energía y el ritmo de la obra.
Desde su estreno en Montreal en 2009, “OVO” ha recorrido más de 40 países y se ha consolidado como una de las producciones más emblemáticas del Cirque du Soleil. En Guadalajara, la temporada continuará hasta el 9 de noviembre, ofreciendo funciones llenas de color, emoción y virtuosismo escénico que celebran la vida, la biodiversidad y el arte del cuerpo en movimiento.
Más allá del espectáculo, “OVO” se erige como una metáfora de la belleza y fragilidad de la naturaleza, invitando al público a redescubrir el asombro por el mundo diminuto que habita bajo nuestros pies, recordando que incluso en los seres más pequeños puede hallarse la grandeza del arte y la vida.