La noche del sábado quedó grabada en la historia del boxeo. En un Allegiant Stadium repleto con más de 70 mil asistentes, el estadounidense Terence “Bud” Crawford venció por decisión unánime a Saúl “Canelo” Álvarez para convertirse en el nuevo campeón indiscutido de peso supermediano, en un evento transmitido globalmente por Netflix que fue seguido por millones alrededor del mundo.
El duelo cumplió con las expectativas de ser uno de los más esperados del año. Desde el campanazo inicial, ambos campeones mostraron su calidad: Canelo buscó imponer su presión y castigo al cuerpo, mientras que Crawford apostó por la precisión, la velocidad y el movimiento lateral. Conforme avanzaron los rounds, el estadounidense se adueñó del ring con un jab constante que no solo le permitió controlar la distancia, sino también neutralizar la potencia del mexicano.
El dominio técnico de Crawford quedó reflejado en las tarjetas oficiales de los jueces: 116-112 y dos de 115-113, todas a su favor. Fue una pelea sin nocauts, pero con un nivel estratégico altísimo que mantuvo al público al filo del asiento hasta el último asalto.
La trascendencia de este triunfo va más allá del cinturón: Crawford, invicto en 42 peleas profesionales, logró lo que parecía imposible, convertirse en el primer boxeador de la era de los cuatro cinturones en ser indiscutido en tres divisiones diferentes. Subió dos categorías de peso para enfrentar a Canelo y salió vencedor, consolidando su legado como uno de los mejores libra por libra de todos los tiempos.
Para Álvarez, con marca de 63 victorias, 2 derrotas y 2 empates, la derrota significa el fin de su hegemonía en las 168 libras, división en la que había reinado con autoridad. Sin embargo, su entrega y disposición para enfrentar a un rival de la talla de Crawford mantienen intacto su lugar como referente del boxeo mexicano.